“Una inversión en conocimiento paga el mejor interés”.
Todos hemos pensado mil veces en montar una empresa. Todos hemos pensado en el sector donde atacaremos, la necesidad a cubrir e incluso a cuántos de mis amigos voy a fichar y los colores de los Aston Martins que nos vamos a repartir… pero, ¿alguna vez te has parado a pensar cómo vas a conseguir que los proyectos salgan adelante?
La milenaria teoría de que los proyectos salen “por mis narices” puede funcionar durante un tiempo, pero después de cinco burnouts y tres fracasos en entregas, tus amigos preferirán un Fiat Panda y una vida tranquila a las glorias y noches de pizza de tu startup.
Es por ello por lo que, en seguramente cualquier tipo de empresa en crecimiento, es necesario implementar con cariño y fuerza una metodología que cubra los distintos procesos que abarca el negocio.
Existen muchas razones por las que deberíamos pensar, implementar una metodología en una empresa pequeña tiene incluso mucho más sentido que en una grande. Por ejemplo, en términos de complejidad e incertidumbre, las famosas cajas negras van ligadas a los proyectos innovadores que estas empresas suelen abordar.
Conceptualmente, se dice que las pequeñas empresas y startups innovan dos veces más por empleado de lo que lo hacen las empresas grandes, lo cual hace que mentalmente estén mucho más preparadas para asumir cambios. Esto es una gran ventaja respecto a las filosofías antiguas.
No todo son ventajas, obvio. Las PYMEs y startups típicamente operan con capacidades limitadas, tanto financieramente, como en gestión y personal, la implementación, la implantación, el control de seguimiento son tareas caras, por ello deberían ser planteadas desde un prisma de pura colaboración y apoyo de cada uno de los miembros de la empresa.
Otro de los puntos complejos coincide con los propios clientes para los que trabajamos en este tipo de empresas. Muchas veces, estamos tan ligados a una serie de “grandes marcas”, empresas que contratan de forma recurrente proyectos, los cuales nos obligan a seguir sus modelos de trabajo recortando nuestra creatividad en la gestión.
Y cómo empiezo…
Más que un enfoque desde las distintas metodologías que podríamos aplicar como el que podréis encontrar en cualquier sitio web, desde DOTGIS queremos lanzar un conjunto de buenas prácticas / acciones que nos han permitido crecer en lo que a metodología se refiere:
Evangeliza: Si vas a hacerlo, vas a hacerlo. Todas las capas de la empresa deben conocer esa metodología y deben conocer desde cuándo se va a aplicar. Elige tus aliados en cada departamento. Crea sesiones de formación, pide feedback, construye documentos basándote en la gente con mayor expertise.
Facilita la vida: El objetivo de una metodología es mejorar los procesos y hacer la vida más fácil. Pequeños gestos pueden hacer que eso ocurra desde el día 0 (automatización, plantillas…)
Acepta los errores y las críticas: Cualquier metodología merece ser debatida en base a la experiencia del sitio donde es aplicada.
Se Flexible: Hasta el más purista depende de su equipo y organización. No intentes que “todo” ocurra de la noche a la mañana.
Ten Paciencia: Los resultados no se verán en los primeros proyectos, seguramente el impacto en lo que a tiempos empleados se refiere sea mayor.
No te obsesiones con lo que escuches en la cola de la compra: Scrum, Kanban, Lean…todo sirve…Si tuvieses tiempo y dinero lo ideal sería desarrollar tu propia metodología seguramente. Intenta adaptar una existente, genera tus propios flujos…
Y por dónde empiezo…
En futuras entradas en el blog definiremos cómo comenzar el análisis de los procedimientos de la empresa, flujos de comunicación, documentación, así como la elección de un “framework” ágil de trabajo adaptable a las necesidades.
De momento, grabemos con fuerza la frase “Una inversión en conocimiento paga el mejor interés”. Será un camino largo y por momentos complicado y difícil de justificar. Lo único que podemos asegurar es la mejora de la organización al final del túnel (además de un camino divertido por recorrer).